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Desde hace días han desaparecido
las africanas que vendían maíz cocido
en el mercado de la rue Dejean.

Extrema quietud la de los niños negros
fajados a la espalda de ellas
con la ventrera, un arco iris pobre.

Y ya que estamos hablando de colores:
el interior de este silencio es rojo
como un corazón arado.
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