Cedro Y Caoba

CEDRO Y CAOBA

A Ramón Galguera Noverola

Cedro y caoba,

la tarde baja

de garza en garza

y ahonda al río,

ligeramente,

lo que se canta.


Cedro y caoba

viven pareja del paraíso

cuya manzana mi sangre moja.


Al pie del cedro,

húmedo aroma.

Por su paloma

torcaz y cielo, subió una rama

sonoramente dodecaedro.


Franjas tardías

queman el cielo de una caoba.

Aire jilguero, y entre sus brazos,

la tarde toma.


¡Ay tarde sola

que te desgajas

cedro y caoba!


Sin que se quiera,

vuela una garza,

con tal belleza,

que tal semeja que así volara

por vez primera.


Restira el cielo

mantas azules

para la garza que sigue el vuelo.


Tanto su tiempo la tarde extiende,

que en dos azules

uno despide y el otro vuelve.


Azul en sombra

lucero tiene.


Azul en luces

sus luces vence.


Hora del mundo

que el alma toma,

en soledades

cedro y caoba.


Cedro y caoba,

¡pareja sola!


En mi garganta,

collar recuerdos

junta sus perlas para cerrarla.


(Si hay una queja

no hay una lágrima).


La tarde cae

ya entre un reguero

de estrella-tardes.


De alguna herida

se oye la sangre.


Tengo las manos sobre mi pecho.

Cruza una garza,

y el viento sale.


¿Salió de un cedro?

¿De una caoba?


Viento que rozas:

¿Por qué rosales llenos de espinas

pasaste ahora?

No aspirarte sería

talar el bosque-cedro y caoba.


Tálamo sólo

—caoba y cedro—.

Un rumor de silencio

brota del pecho.


Y un olor de caobas

bajo los cedros

abre noches fluviales

habitadas de luces y de luceros.

Tabasco, 1943.

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