Se da por supuesto que el ciudadano dio conformidad a todo lo que su representante pueda hacer cuando lo votó. Pero supongamos que no le votó; que por el contrario hizo todo lo que estuvo en su poder para que fuese electo alguien que sostenía un punto de vista opuesto... ¿entonces qué? La respuesta probablemente sea que, al tomar parte en tal votación, ha accedido tácitamente a plegarse a la decisión de la mayoría. ¿Y si no votó en absoluto? Entonces no puede quejarse legítimamente de ningún impuesto, dado que no protestó contra su imposición. Así, curiosamente, parece que dio su consentimiento hiciera lo que hiciese: ¡tanto si dijo que sí, como si dijo que no, o si se mantuvo neutral! Una doctrina francamente peculiar, ésta.

25
0

Véase también



A quién le gusta

A quién le gusta

Seguidores