Siempre preocupado por sus profundas investigaciones, el gran Newton mostraba una ausencia de memoria en el curso ordinario de los asuntos de la vida, que se ha convertido en proverbial. Se cuenta que un día, con el deseo de calcular el número de segundos necesarios para la cocción de un huevo, se dio cuenta, después de esperar un minuto, que él tenía el huevo en la mano, ¡y había puesto su reloj (un instrumento de gran valor por su precisión matemática) a hervir!
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