Bin Laden sigue allí como si fuera un producto de la propaganda norteamericana, porque tiene incluso el aspecto de un villano inventado, como los de las historietas, con rasgos algo burdos y marcadamente caricaturescos. Es un tipo que si se le sacara el turbante o afeitara la barba ya no es Bin Laden. Es alguien con quien nos podríamos cruzar en la avenida Corrientes. En cambio, si se lo observa detenidamente, se parece un poco a Charles Manson. Tiene un aspecto de barbudo diabólico, una imagen que le pega mucho al norteamericano medio.
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