Las Dos Muñecas
La nieta del mendigo suspira amargamente,
mojando con sus lágrimas la muñeca de trapo:
Sobre la falda humilde, como una cosa ausente,
la muñeca es ahora solamente un guiñapo.
Porque aquella mañana cruzo frente a su choza
un brillante cortejo, rumbo al palacio real,
y vio a una niña triste, que, en una áurea carroza,
llevaba una muñeca de marfil y cristal.
mojando con sus lágrimas la muñeca de trapo:
Sobre la falda humilde, como una cosa ausente,
la muñeca es ahora solamente un guiñapo.
Porque aquella mañana cruzo frente a su choza
un brillante cortejo, rumbo al palacio real,
y vio a una niña triste, que, en una áurea carroza,
llevaba una muñeca de marfil y cristal.
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