En La Casa De Nadie

En la casa de nadie

A José Luis Martínez


Futuros galeotes

de este sueño engañoso, mirad a quien amáis:

mirad cómo apuntala el frágil entramado

su ser de vuestro ser.

¿Es posible que muera?


¿Y quién sabrá deciros que fue nuestra

la dicha virginal que hoy se os ofrece?

¿Quién sabrá convenceros

de que nosotros fuimos, como vosotros sois,

dueños solos del mundo, que floreció el jazmín

tan sólo por nosotros, que se inventó el amor

para nosotros sólo?


Qué milagro perverso

—¿y quién lo hizo?—,

qué lujoso derroche nuestra naturaleza:

desguarnecido pájaro de inquebrantable aliento

que su verdad le canta, despreciando la noche,

a su perfecta aurora.


Dueños solos del mundo,

como dueño del mundo

os deseo fortuna en esta casa,

esta casa de nadie donde la nada urde

vuestra luz venidera en mi balcón de sombra.

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