Omega

OMEGA


Cuando la muerte acuda finalmente a mi ruego y sus avisos me hayan
habilitado para el viaje solitario, yo invocaré un ser
primaveral, con el fin de solicitar la asistencia de la armonía
de origen supremo, y un solaz infinito reposará en mi semblante.

Mis reliquias, ocultas en el seno de la oscuridad y
animadas de una vida informe, responderán desde su destierro al
magnetismo de una voz inquieta, proferida en un litoral desnudo.

El recuerdo elocuente, a semejanza de una luna
exigua sobre la vista de un ave sonámbula, estorbará mi
sueño impersonal hasta la hora de sumirse, con mi nombre, en el
olvido solemne.


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