Mario Benedetti

Mario Benedetti

1920-09-14 Paso de los Toros, Uruguai
2009-05-17 Montevidéu, Uruguai
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Algunos Poemas

Laberintos

De todos los laberintos el mejor
es el que no conduce a nada
y ni siquiera va sembrando indicios
ya que aquellos otros
esos pocos que llevan a alguna parte
siempre terminan en la fosa común

así que lo mejor es continuar vagando
entre ángulos rectos y mixtilíneos
pasadizos curvos o sinuosos
meandros existenciales / doctrinas en zigzag
remansos del amor / veredas del desquite
en obstinada búsqueda de lo inhallable

y si en algún momento se avizora
la salida prevista o imprevista
lo más aconsejable es retroceder
y meterse de nuevo y de lleno
en el dédalo que es nuestro refugio

después de todo el laberinto es
una forma relativamente amena
de aplazar cualquier postrimería

el laberinto / además de trillada metáfora
frecuentada por borges y otros aventajados
discípulos y acólitos del rey minos
es simplemente eso / un laberinto /
cortázar se quejaba / entre otras cosas /
de que ya no hubiera laberintos
pero qué sino un laberinto
es su rayuela descreída y fértil

forzado a elegir entre los más renombrados
digamos los laberintos de creta samos y fayum
me quedo con el de los cuentos de mi abuela
que no dejaba vislumbrar ninguna escapatoria

en verdad en verdad os digo que la única fórmula
para arrendar la esquiva eternidad
es no salir jamás del laberinto
o sea seguir dudando y bifurcándose y titubeando

o más bien simulando dudas bifurcaciones y titubeos
a fin de que los leviatanes se confundan

así y todo el laberinto es tabla de salvación
para aquellos que tienen vocación de inmortales
el único inconveniente es que la eternidad /
como bien deben saberlo el padre eterno
y su cohorte de canonizados /
suele ser mortalmente aburrida

Primera Incomunión

Sólo una temporada provisoria,
tatuaje de incontables tradiciones,
oscuro mausoleo donde empieza
a existir el futuro, a hacerse piedra.

Nada aquí, nada allá. Son las palabras
del mago lejanísimo y borroso.

Sin embargo, la infancia se empecina,
comienza a levantar sus inventarios,
a echar sus amplias redes para luego.
Es una isla limpia y sobre todo
fugaz, es un venero de primicias
que se van lentamente resecando.

Queda atrás como un rápido paisaje
del que persistirán sólo unas nubes,
un biombo, dos juguetes, tres racimos,
o apenas un olor, una ceniza.
Con luces queda atrás, a la intemperie,
yacente y aplazada para nunca,
sola con su aptitud irresistible
y un pudor incorpóreo, agazapado.
Para nunca aplazada, fabulosa
infancia entre sus redes extinguida.

Por algo queda atrás. Esa entrañable
cede paso al fervor, al pasmo, al fruto,
el azar hinca el diente en otra bruma,
somos los moribundos que nacemos
a la carne, a la sangre, al entusiasmo,
nos burlamos del sol, de la penumbra,
manejamos la gloria como un lápiz
y en las vírgenes tapias dibujamos
el amor y su viejo colmo, el odio,
el grito que nos pone la vergüenza
en las manos mucho antes que en la boca.

El celaje se enciende. Somos niebla
bajo el cielo compacto, insolidario,
el asombro hace cuentas y no puede
mantenernos serenos, apacibles,
somos el invasor protagonista
que hace trizas el tiempo, que hace ruido
pueril, que hace palabras, que hace pactos,
somos tan poderosos, tan eternos,
que cerramos el puño y el verano
comienza a sollozar entre los árboles.

Mejor dicho: creemos que solloza.
El verano es un.vaho, por lo tanto
no tiene ojos ni párpados ni lágrimas,
en sus tardes de atmósfera más tenue
es calor, es calor, y en las mañanas
de aire pesado, corporal, viscoso,
es calor, es calor. Con eso basta.

De todos modos cambia a las muchachas,
las ilumina, las ondula, y luego
las respira y suspira como acordes,
las envuelve en amor, las hace carne,
les pinta brazos con venitas tenues
en colores y luz complementarios,
les abre escotes para que alguien vierta
cualquier mirada, ese poderhabiente.

La vida, qué región esplendorosa.
¿Quién escruta la muerte, quién la tienta?
A la horca con él. ¿Quién piensa en esa
imposible quietud cuando es la hora
para cada uno de morder su fruta,
de usar su espejo, de gritar su grito,
de escupir a los cielos, de ir subiendo
de dos en dos todas las escaleras?

La muerte no se apura, sin embargo,
ni se aplaca. Tampoco se impacienta.
Hay tantas muertes como negaciones.
La muerte que desgarra, la que expulsa,
la que embruja, la que arde, la que agota,
la que enluta el amor, la que excrementa,
la que siega, la que usa, la que ablanda,
la muerte de arenal, la de pantano,
la de abismo, la de agua, la de almohada.

Hay tantas muertes como teologías,
pero todas se juntan en la espera.
Esa que acecha es una muerte sola.
Escarnecida, rencorosa, hueca,
su insomnio enloquecido se desploma
sobre todos los sueños, su delirio
se parece bastante a la cordura.
Muerte esbelta y rompiente, qué increíble
sirena para el Mar de los Suicidas.

No canta, pero indica, marca, alude,
exhibe sus voraces argumentos,
sus afiches turísticos, explica
por qué es tan milagrosa su inminencia,
por qué es tan atractivo su desastre,
por qué tan confortable su vacío.

No canta, pero es como si cantara.
Su demagogia negra usa palomas,
telegramas y rezos y suspiros,
sonatas para piano, arpas de herrumbre,
vitrinas del amor momificado,
relojes de lujuria que amontonan
segundos y segundos y otras prórrogas.

No canta, pero es como si cantara,
su espanto vendaval silba en la espiga,
su pregunta repica en el silencio,
su loco desparpajo exuda un réquiem
que es prado y es follaje y es almena.

Hay que volverse sordo y mudo y ciego,
sordo de amor, de amor enmudecido,
ciego de amor. Olfato, gusto y tacto
quedan para alejar la muerte y para
hundirse en la mujer, en esa ola
que es tiempo y lengua y brazos y latido,
esa mujer descanso, mujer césped,
que es llanto y rostro y siembra y apetito,
esa mujer cosecha, mujer signo,
que es paz y aliento y cábala y jadeo.

Hay que amar con horror para salvarse,
amanecer cuando los mansos dientes
muerden, para salvarse, o por lo menos
para creerse a salvo, que es bastante.
Hay que amar sentenciado y sin urgencia,
para salvarse, para guarecerse
de esa muerte que llueve hielo o fuego.

Es el cielo común, el alba escándalo,
el goce atroz, el milagroso caos,
la piel abismo, la granada abierta,
la única unidad uniyugada,
la derrota de todas las cautelas.

Hay que amar con valor, para salvarse.
Sin luna, sin nostalgia, sin pretextos,
Hay que despilfarrar en una noche
—que puede ser mil y una— el universo,
sin augurios, sin planes, sin temblores,
sin convenios, sin votos, con olvido,
desnudos cuerpo y alma, disponibles
para ser otro y otra a ras de sueño.

Bendita noche cóncava, delicia
de encontrar un abrazo a la deriva
y entrar en ese enigma, sin astucia,
y volver por el aire al aire libre,
Hay que amar con amor, para salvarse.

Entonces vienen las contradicciones
o sea la razón. El mundo existe
con manchas, sin arar, y no hay conjuro
ni fe que lo desmienta o modifique.

El manantial se seca, el árbol cae,
la sangre fluye, el odio se hace muro,
¿Es mi hermano el verdugo? Ese asesino
y dios padrastro todopoderoso,
ese señor del vómito, ese artífice
de la hecatombe, ¿puede ser mi hermano?
Surtidor de napalm, profeta imbécil,
¿ése, mi prójimo?, ¿ése, el
semejante?
Sindico en todo caso de la muerte,
argumento Y proclama de la ruina,
poder y brazo ejecutor. Estiércol.

Por esta vez no he de mirar mis pasos
sino el contorno triste, calcinado.
Miro a mi sombra que está envejeciendo,
la sombra de los míos que envejecen.

El mundo existe. Con o sin sus manes,
con o sin su señal. Existe. Punto.

El mundo existe con mis ex iguales,
con mis amigos-enemigos, esos
que ya olvidé por qué se traicionaron.

Tiendo mi mano a veces y está sola
y está más sola cuando no la tiendo,
pienso en los compradores emboscados
y tengo duelo y tengo rabia y tengo
un reproche que empieza en mis lealtades,
en mis confianzas sin mayor motivo,
en mi invención del prójimo-mi-aliado.
Ni aun ahora me resigno a creerlo.

No todos son así, no todos ceden.
Tendré que repetírmelo a escondidas
y barajar de nuevo el almanaque.

Mi corazón acobardado sigue
inventando valor, abriendo créditos,
tirando cabos sólo a la siniestra,
aprendiendo a aprender, pobre aleluya,
y quién sabe, quién sabe si entre tanta
mentira incandescente, no queda algo
de verdad a la sombra. Y no es metáfora.

Nada aquí, nada allá. Son las palabras
del mago lejanísimo y borroso.

Pero ¿por qué creerle a pie juntillas?
¿En qué galaxia está el certificado?

Algo aquí, nada allá. ¿Es tan distinto?
Lo propongo debajo de mis párpados
y en mi boca cerrada.

¿Es tan distinto?
Ya sé, hay razones nítidas, famosas,
hay cien teorías sobre la derrota,
hay argumentos para suicidarse,

Pero ¿y si hay un resquicio?
¿Es
tan distinto,
tan necio, tan ridículo, tan torpe,
tener un espacioso sueño propio
donde el hombre se muera pero actúe
como inmortal?

Los Espejos Las Sombras

Y las sombras que cruzan los espejosVicente Huidobro
                     

Es tan fácil nacer en sitios que no existen

y sin embargo fueron brumosos y reales

por ejemplo m¡ sitio mi marmita de vida

mi suelta de palomas conservaba

una niebla capaz de confundir las brújulas

y atravesar de tarde los postigos

todo en el territorio de aquella infancia breve

con la casa en la loma cuyo dueño

cara un tal valentín del escobar

y el nombre era sonoro me atraían

las paredes tan blancas y rugosas

ahí descubrí el lápiz como colón su
américa

sin saber que era lápiz y mientras lo empuñaba

alguien hacía muecas al costado de un biombo

para que yo comiera pero yo no comía


después es la estación y es el ferrocarril

me envuelven en la manta de viaje y de calor

y había unas mangueras largas ágiles

que lavaban la noche en los andenes


las imágenes quedan como en un incunable

que sólo yo podría descifrar

puesto que soy el único especialista en mí

y sin embargo cuando regresé

apenas treinta y dos años más tarde

no había andén ni manta ni paredes rugosas

ya nadie recordaba la casa en la lomita

tampoco a valentín del escobar

quizá sea por eso que no puedo creer

en pueblo tan ceñido tan variable

sin bruma que atraviese los postigos

y confunda las brújulas

un paso de los toros enmendado

que no tiene ni biombo ni mangueras


el espejo tampoco sabe nada

con torpeza y herrumbre ese necio repite

mi pescuezo mi nuez y mis arrugas

debe haber pocas cosas en el mundo

con menos osadía que un espejo


en mis ojos amén de cataratas

y lentes de contacto con su neblina propia

hay rehenes y brujas

espesas telarañas sin arañas

hay fiscales y jueces

disculpen me quedé sin defensores

hay fiscales que tiemblan frente a los acusados

y jueces majaderos como tías

o deshumanizados como atentos verdugos

hay rostros arduos y fugaces

otros triviales pero permanentes

hay criaturas y perros y gorriones

que van garúa arriba ensimismados

y un sosías de dios que pone cielos

sobre nuestra mejor abolladura

y tampoco el espejo sabe nada

de por qué lo contemplo sin rencor y aburrido


y así de noche en noche

así de nacimiento en nacimiento

de espanto en espantajo

van o vamos o voy con las uñas partidas

de arañar y arañar la infiníta corteza


más allá del orgullo los árboles quedaron

quedaron los presagios las fogatas

allá atrás allá atrás

quién es tan memorioso

ah pero la inocencia ese búfalo herido

interrumpe o reanuda

la fuga o cacería

de oscuro desenlace


todos mis domicilios me abandonan

y el botín que he ganado con esas deserciones

es un largo monólogo en hiladas

turbado peregrino garrafal

contrito y al final desmesurado

para mi humilde aguante


Me desquito clavándole mi agüero

me vengo espolvoreándolo de culpas

pero la soledad

esa
guitarra

esa botella al mar

esa pancarta sin muchedumbrita

esa efemérides para el olvido

oasis que ha perdido su desierto

flojo tormento en espiral

cúpula rota y que se llueve

ese engendro del prójimo que soy

tierno rebuzno de la angustia

farola miope


tímpano

ceniza

nido de águila para torcazas

escobajo sin uvas

borde de algo importante que se ignora

esa insignificante libertad de gemir

ese carnal vacío

ese naipe sin mazo

ese adiós a ninguna

esa espiga de suerte

ese hueco en la almohada

esa impericia

ese sabor grisáceo

esa tapa sin libro

ese ombligo inservible

la soledad en fm

esa
guitarra

de pronto un día suena repentina y llamante

inventa prójimas de mi costilla

y hasta asombra la sombra

qué me cuentan


en verdad en verdad os digo que

nada existe en el mundo como la soledad

para buscarnos tierna compañía

cohorte escolta gente caravana


y el espejo ese apático supone

que uno está solo sólo porque rumia

en cambio una mujer cuando nos mira sabe

que uno nunca está solo aunque lo crea

ah por eso hijos míos si debéis elegir

entre una muchacha y un espejo

elegid la muchacha


cómo cambian los tiempos y el azogue

los espejos ahora vienen antinarcisos

hace cuarenta años la gente los compraba

para sentirse hermosa para saberse joven

eran lindos testigos ovalados

hoy en cambio son duros enemigos

cuadrados de rencor bruñidos por la inquina

nos agravian mortifican zahieren

y como si tal cosa pronuncian su chispazo

mencionan lustros y colesterol

pero no las silvestres bondades de estraperlo

la lenta madurez esa sabiduría

la colección completa de delirios

nada de eso solamente
exhuman

las averías del pellejo añejo

el desconsuelo y sus ojeras verde

la calvicie que empieza o que concluye

los párpados vencidos siniestrados

las orejas mollejas la chatura nasal

las vacantes molares las islas del eczema


pero no hay que huir despavorido

ni llevarle el apunte a ese reflejo

nadie mejor que yo

para saber que miente


no caben en su estanque vertical

los que fui los que soy los que seré

siempre soy varios en parejos rumbos

el que quiere asomarse al precipicio

el que quiere vibrar inmóvil como un trompo

el que quiere respirar simplemente


será que nada de eso está en mis ojos

nadie sale a pedir el vistobueno

de los otros que acaso y sin acaso

también son otros y en diversos rumbos

el que aspira a encontrarse con su euforia

el que intenta ser flecha sin el arco

el que quiere respirar simplemente

será que nada de eso está en mi ceño

en mis hombros mi boca mis orejas

será que ya no exporto dudas ni minerales

no genera divisas mi conducta

tiene desequilibrios mi balanza de pagos

la caridad me cobra intereses leoninos

y acaparo dolor para el mercado interno


será que nada de eso llega al prójimo

pero yo estoy hablando del y con el espejo

y en su Iuna no hay prójima y si hay

será tina entrometida que mira sobre mi hombro


los prójimos y prójimas no están el el luciente

sencillamente son habitantes de mi

y bueno se establecen en mi como pamperos

como arroyos o como burbujas


por ejemplo las dudas no están en el espejo

las dudas que son meras preconfianzas

por ejemplo los miércoles no están

ya que el espejo es un profesional

de noches sabatinas y tardes domingueras

los miércoles de miércoles quien se le va a arrimar

pedestre o jadeante

inhumano y cansado

con la semana a medio resolver

las tardes gordas de preocupaciones

el ómnibus oliendo a axila de campeón


los insomnios no caben por ejemplo

no son frecuentes pero si poblados

de canciones a trozos

de miradas que no eran para uno

y alguna que otra bronco no del todo prevista

de ésas clue consumen la bilis del trimestre


tampoco aquellos tangos en Ios que uno sujeta

en suave diagonal la humanidad contigua

y un magnetismo cálido y a la vez transitorio

consterna los gametos sus ene cromosomas

y entre corte y cortina se esparcen monosílabos

y tanto las pavadas aleluya

como las intuiciones aleluya aleluya

derriban las fronteras ideológicas


verbigracia qué puede rescatar el espejo

de una ausencia tajante

una de esas ausencias que concurren

que numeran sus cartas

y escriben besos ay de amor remoto


qué puede qué podría reconocer carajo

de las vidas y vidas que ya se me murieron

esos acribillados esos acriborrados

del abrazo y el mapa y los boliches

o los que obedecieron a su corazonada

hasta que el corazón les explotó en la mano

sea en el supermarket de la mala noticia

o en algún pobre rancho de un paisaje sin chau


poco puede conocer de los rostros

que no fueron mi rostro y sin embargo

siguen estando en mí

y menos todavía

de los desesperantes terraplenes

que traté de subir o de bajar

esos riesgos minúsculos que parecen montañas

y los otros los graves que salvé como un sordo

así hasta que la vida quedó sin intervalos

y la muerte quedó sin vacaciones

y mi piel se quedó sin otras pieles

y mis brazos vacíos como mangas

declamaron socorro para el mundo


en la esquina del triste no hay espejo

y lo que es

más
austero

no
hay auxilio

por qué será que cunden fas alarmas

y no huy manera ya de descundirlas


el país tiene heridas grandes como provincias

y hay que aprender a andar sobre sus bordes

sin vomitar en ellas ni caer como bolos

ni volverse suicida u miserable

ni decir no va más

porque está yendo

y exportamos los huérfanos y viudas

como antes la lana o el tasajo


en el muelle del pobre no hay espejo

y lo que es

más
sencillo

no
hay adioses


los tratemos que estaban en el límite

las muchachas que estaban en los poemas

asaltaron de pronto el minuto perdido

y se desparramaron como tinta escarlata

sobre las ínfulas y los sobornos

metieron sus urgencias que eran gatos

en bolsas de arpillera

y cuando las abrieron aquello fue un escándalo

la fiesta prematura

igual que si se abre una alcancía


hacía tanto que éramos comedidos y cuerdos

que no nos vino mal este asedio a la suerte


los obreros en cambio no estaban en los poemas

estaban en sus manos nada más

que animan estructuras telas fibras

y cuidan de su máquina oh madre inoxidable

y velan su garganta buje a buje

y le toman el pulso

y le vigilan la temperatura

y le controlan la respiración

y aquí atornillan y desatornillan

y allí mitigan ayes y chirridos y ecos

o escuchar sus maltrechas confidencias

y por fin cuando suena el pito de las cinco

la atienden la consuelan y la apagan


los obreros no estaban en los poemas

pero a menudo estaban en las calles

eon su rojo proyecto y eon su puño

sus alpargatas y su humor de lija

y su beligerancia su paz y su paciencia

sus cojones de clase

qué clase de cojones

sus olas populares

su modestia y su orgullo

que son casi lo mismo


las muchachas que estaban en los poemas

los obreros que estaban en las mulos

hoy están duros en la cárcel firmes

como las cuatro barras que interrumpen el cielo


pero habrá otro tiempo

es claro que habrá otro

habrá otro ticnlpo porque el tiempo vuela

no importa que ellas y ellos no estén en el espejo

el tiempo volará

no
como el cóndor

ni como el buitre ni como el albatros

ni como el churrinche ni como el venteveo

el tiempo volara como la historia

esa ave migratoria de atlas fuertes

que cuando Ilega es para quedarse


y por fin las muchachas estarán en las mulos

y por fin los obreros estarán en los poemas

ay espejo ignorás tanta vida posible

tenés mi soledad

vaya conquista

en qué mago atolón te obligaste a varar

hay un mundo de amor que te es ajeno

así chic no te. quedes mirando má mirada

la modorra no escucha campanas ni promesas

tras de mi sigue habiendo un pedazo do historia

y yo tengo la llave de ese cobre barato

pero atrás más atrás

o adelante mucho más adelante

hay una historia plena

una patria en andamios con banderas posibles

y todo sin oráculo y sin ritos

y sin cofre y sin llave

simplemente una patria


ay espejo las sombras que te cruzan

son mucho más corpóreas que mi cuerpo depósito

el tiempo inagotable hace sus propios cálculos

y yo tengo pulmones y recuerdos y nuca

y otras abreviaturas de lo frágil

quizá una vez, te quiebres

dicen que es mala suerte

pero ningún espejo pudo con el destino

o yo mismo me rompa sin que vos te destruyas

y sea así otra sombra que te cruce


pero espejo ya tuve como dieciocho camas

en los tres años últimos de este gran desparramo

como todas las sombras pasadas o futuras

soy nómada y testigo y mirasol

dentro de tres semanas tal vez me vaya y duerma

en ml cama vacía número diecinueve

no estarás para verlo

no estaré para verte


en otro cuarto neutro mengano y transitorio

también habrá un espejo que empezará a

escrutarme

tan desprolijamente como vos

y aquí en este rincón duramente tranquilo

se instalará otro huesped temporal como yo

o acaso dos amantes recién homologados

absortos en su canje de verguenzas

con fragores de anule e isócronos vaivenes


no podrás ignorarlos

egos le ignorarán

no lograrás desprestigiar su piel

porque será de estreno y maravilla

ni siquiera podr á vituperar mi rostro

porque ya estaré fuera de tu alcance

diciéndole a otra luna de impersonal herrumbre

lo que una vez te dije con jactancia y recelo


he venido con toldos mis enigmas

he venido con todos mis fantasmas

he venido con lerdees mis amores


y antes de que me mire

como vos me miraste

con ojos que eran sello parodia de mis ojos

soltaré de una vez el desafío


ay espejo cuadrado

nuevo espejo de hotel y lejanía

aquí estoy

ya
podés

empezar a ignorarme.


agosto 1976.

Noción De Patria

Además una cosa:
Yo no tengo ningún inconveniente
En meterme en camisa de once varas...
Nicanor Parra


NOCIÓN DE PATRIA

Cuando resido en este país que no sueña

cuando vivo en esta ciudad sin párpados

donde sin embargo mi mujer me entiende

y ha quedado mi infancia y envejecen mis padres

y llamo a mis amigos de vereda a vereda

y puedo ver los árboles desde mi ventana

olvidados y torpes a las tres de la tarde

siento que algo me cerca y me oprime

como si una sombra espesa y decisiva

descendiera sobre mí y sobre nosotros

para encubrir a ese alguien que siempre afloja

el viejo detonador de la esperanza.


Cuando vivo en esta ciudad sin lágrimas

que se ha vuelto egoísta de puro generosa

que ha perdido su ánimo sin haberlo gastado

pienso que al fin ha llegado el momento

de decir adiós a algunas presunciones

de alejarse tal vez y hablar otros idiomas

donde la indiferencia sea una palabra obsena.


Confieso que otras veces me he escapado.

Diré ante todo que me asomé al Arno

que hallé en las librerías de Charing Cross

cierto Byron firmado por el vicario Bull

en una navidad de hace setenta años.

Desfilé entre los borrachos de Bowery

y entre los Brueghel de la Pinacoteca

comprobé cómo puede trastornarse

el equipo sonoro del Chateau de Langeais

explicando medallas e incensarios

cuando en verdad había sólo armaduras.


Sudé en Dakar por solidaridad

vi turbas galopando hasta la Monna Lisa

y huyendo sin mirar a Botticelli

vi curas madrileños abordando a rameras

y en casa de Rembrandt turistas de Dallas

que preguntaban por el comedor

suecos amontonados en dos metros de sol

y en Copenhague la embajada rusa

y la embajada norteamericana

separadas por un lindo cementerio.


Vi el cadáver de Lídice cubierto por la nieve

y el carnaval de Río cubierto por la samba

y en Tuskegee el rabioso optimismo de los negros

probé en Santiago el caldillo de congrio

y recibí el Año Nuevo en Times Square

sacándome cornetas del oído.


Vi a Ingrid Bergman correr por la Rue Blanche

y salvando las obvias diferencias

vi a Adenauer entre débiles aplausos vieneses

vi a Kruschev saliendo de Pennsylvania Station

y salvando otra vez las diferencias

vi un toro de pacífico abolengo

que no quería matar a su torero.

Vi a Henry Miller lejos de sus trópicos

con una insolación mediterránea

y me saqué una foto en casa de Jan Neruda

dormí escuchando a Wagner en Florencia

y oyendo a un suizo entre Ginebra y Tarascón

vi a gordas y humildes artesanas de Pomaire

y a tres monjitas jóvenes en el Carnegie Hall

marcando el jazz con negros zapatones

vi a las mujeres más lindas del planeta

caminando sin mí por la Vía Nazionale.


Miré

admiré

traté de comprender

creo que en buena parte he comprendido

y es estupendo

todo es estupendo

sólo allá lejos puede uno saberlo

y es una linda vacación

es un rapto de imágenes

es un alegre diccionario

es una fácil recorrida

es un alivio.


Pero ahora no me quedan más excusas

porque se vuelve aquí

siempre se vuelve.

La nostalgia se escurre de los libros

se introduce debajo de la piel

y esta ciudad sin párpados

este país que nunca sueña

de pronto se convierte en el único sitio

donde el aire es mi aire

y la culpa es mi culpa

y en mi cama hay un pozo que es mi pozo

y cuando extiendo el brazo estoy seguro

de la pared que toco o del vacío

y cuando miro el cielo

veo acá mis nubes y allí mi Cruz del Sur

mi alrededor son los ojos de todos

y no me siento al margen

ahora ya sé que no me siento al margen.


Quizá mi única noción de patria

sea esta urgencia de decir Nosotros

quizá mi única noción de patria

sea este regreso al propio desconcierto.

Escritor uruguayo, natural de Paso de los Toros. Fue profesor de literatura en su país, donde colaboró en el semanario Marcha. En los años setenta sufrió exilio en Buenos Aires, Lima, La Habana y España, residiendo alternativamente, en Madrid y Montevideo. Desarrolló una intensa actividad en el periodismo y en recitales poético-musicales junto a intérpretes como Nacha Guevara y Juan Manuel Serrat. Ha cultivado todos los géneros, con iniciación en la poesía en libros como Poemas de oficina (1956), de tono cotidiano y existencial. Con los cuentos Montevideanos (1960) incursionó en el realismo, asociado al costumbrismo, centrado en las clases modestas de la ciudad. En 1960 ensayó la crítica político-social con El país de la cola de paja. Sus novelas La tregua (1960) y Gracias por el fuego (1965) amplían el realismo a la observación de vicios sociales de la clases media y la sociedad de consumo. Luego, su narrativa se politizó en favor de las opciones de la guerrilla urbana con El cumpleaños de Juan Angel (1971) y Primavera con una esquina rota (1982), incorporando el tema del exilio y el retorno en La casa y el ladrillo (1977), Vientos del exilio (1982), Geografías (1984) y Las soledades de Babel (1991). Su obra de teatro Pedro y el capitán (1979) aborda la problemática moral de la tortura. Recogió su tarea crítica en varias misceláneas, como Letras del continente mestizo, De artes y oficios, El desexilio y otras conjeturas y Crítica cómplice, así como la evocación autobiográfica en La borra del café.  
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