Entre Los Beduinos

ENTRE LOS BEDUINOS


Nos recogíamos en un cauce labrado por las
aguas de la lluvia y respirábamos del sobresalto perenne. Los
torbellinos de tierra cegaban el horizonte.

Las nubes regaban al azar y brevemente el
país del ensueño. El sol mitigaba la arena cándida
y el guijarro de bronco perfil esparciendo una gasa de amatista,
dibujando una ilusión vespertina del Bósforo.

No osábamos elevar la voz en el silencio
ritual. El pensamiento se anegaba en el éxtasis infinito. El
polvo continuaba indemne bajo el pie elástico del camello. Los
guías invocaban en secreto el nombre y la asistencia de
Moisés.

Los monjes de un convento secular, adictos al dogma
griego, comparecieron a facilitarnos la visita del área del
resol. Habían labrado su casa guerrera y feudal en presencia de
un bajo relieve esculpido en la faz de una piedra. Yo reconocí
la efigie de Sesostris.

Siempre he guardado algún desvío a las
reliquias del reino del Faraón y les he atribuido anuncios
malignos. Un salteador de los arenales, señalado por un tatuaje
supersticioso, me visitó con el fin de venderme un arco
infalible, de fábrica milenaria y de una sola saeta recurrente.
Yo pensé en el privilegio del martillo de Thor.

Yo disparé el arma falaz en seguimiento de
unas aves grifas, encarnizadas con las liebres. Yo perdía de
vista la fuga de la saeta en el seno del aire y el volátil
amenazado se desvanecía en la calina del estío.

Un dolor me derribó súbitamente en el
caudal de mi sangre.


362
0

Véase también



A quién le gusta

A quién le gusta

Seguidores