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Magdalena

Pálida está Magdalena,
grande pena sufrirá,
los ojos hundidos tiene
reventando por llorar.
El talle encorvado al suelo
cual en mustia ancianidad
parece que por la tierra
busca su atento mirar
las hormigas que en el huerto
a sus pies vienen y van.
A la guerra fue su amante,
muchos mueren por allá,
y Magdalena se aqueja
por la vida del galán
que, pues letras no se escriban
ni se puedan enlazar,
las hembras que bien quisieron
no olvidan su amor jamás.
Luego escribe Magdalena
rasgos que al ausente van:
dos palabras lleva el pliego
«¡Di por Dios si vivo estás!»