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Oda al coño de mi diosa

Oh, Coño de mi Diosa, Coño de mi Deseo,
cofre repleto de los más exóticos y preciados placeres,
ofreciéndome a ti, te rindo culto y adoración.

De ti, mi bien absoluto, padezco
la sed mas ardiente que nunca nadie haya padecido,
ávido de tu abismo, quiero, sumiso, lamer tus labios
y robar tu sagrado jugo en el hueco de mi lengua,
besar, quiero, el apéndice del placer que emerge en tu proa
tras quemar mi incienso en tu alabanza.

Oh, Coño, tantas veces cabalgado hasta la extenuación
digno del Olimpo por ser tu carne de Diosa,
pero también, como los héroes griegos, por tus gestas.
Con tu anillo de voluptuosidad has ceñido, glotón,
las más gordas vergas, que han tenido el privilegio de catarte,
empinadas hacia ti, oh mi Cielo, Paraíso,
buscando tu fondo con la dureza del basalto.

En ti han buscado cimiento las más robustas columnas,
que, luego de gozarte has rendido, mansas y sumisas,
tras descargar en ti el poderoso alud del deseo.

Exhaustos has dejado, tras loca danza ante tus labios,
los más rollizos y hermosos cojones,
que cargados de semilla se habían pavoneado ante tu suculenta raja
enardecidos por el regusto que a los machos ofrendas.

Coño mío, coño aventurero, coño explorador y sabio,
catador de los más intensos y prolongados deleites,
Coño de mi Diosa.
Si todo el placer que has dado a mi Ama
se uniera en un único orgasmo
temblarían los cimientos del Universo.

Las cataratas del Niágara se precipitarían en tu cuenca,
si todas las vergas que te han jodido se juntaran
en una sola embestida, Placer de los Placeres.

He de fundar una orden entregada a tu culto, Coño mío.
Buscaré a los varones que con tu oloroso flujo has ungido
para, unidos por el hilo del mismo deseo, glosar tu poder.
Acordes nuestras viriles voces, cantaremos en tu alabanza
y te adoraremos.

Cuántas veces mi Diosa, ha dejado el paso franco
ofreciéndote al deseo más primitivo
en las sagradas posiciones, que enseñan
las páginas del Kamasutra y los frescos de Pompeya.

Para apropiarte del blanco licor que codicias
has aguantado al violento compás de tu glotonería
las más fieras embestidas.
Sin pudor te has abierto
dilatando tus labios cual fauces de boa,
apoyado por el voluptuoso cimbreo
del culo de mi Reina
hasta reventar la estaca que agitándose en ti paladeas.

Por tus prodigios me postro ante ti y te adoro,
poderoso centro de la vibración del mundo,
epicentro de los seismos que la pasión engendra
pozo en cuya noche se reflejan
las blancas estrellas de semen de los dioses,
agujero negro en el que los placernautas,
ingenuos insectos,
atraídos por el dulce jugo de tu planta carnívora,
irremisiblemente caen.

Para beber el néctar sagrado
que destila la humedad de tus paredes.
llegaré con mi lengua hasta tu bóveda,
tantas veces surcada por cometas vertidos
por aquellos menhires
que uno tras otro, fueron
prisioneros de tus labios.

Déjame ahora, Coño idolatrado
ser tu jinete.
Ciñe mi verga con tu gola de carne.
Déjame que te cabalgue yo también.
Déjame que me derrame y muera en ti.

Que tu Ama, la Diosa de mi corazón,
me recoja, abierta, entre sus brazos.